"El escritor portugués José Samarago escribió: “no tener prisa no es incompatible con no perder el tiempo.” Más hoy lo que más se exige es rapidez. Rapidez en todo. El computador debe ser de alta velocidad, es preciso pensar rápido, actuar rápido para no perder negocios, para no perder audiencia, para no perder mercado de trabajo.
En el mundo de los ejecutivos, al contrario de la realidad del tránsito, no hay límite de velocidad. La multa es alta para el que anda lento. La orden es superar velocidad. Para esos, cada minuto cuenta. Y se estresan solamente contando el tiempo que pierden aguardando el ascensor, abrir el semáforo, el auto, atendimiento bancario les ofrece las informaciones que necesitan. Son personas que se sienten culpadas cuando paran para un cafecito, porque podrían estar produciendo.
Su meta es ejecutar proyectos, leer solo apenas libros técnicos, acelerar la rutina. Todo lo demás es desperdicio. Y, no en tanto, la vida es hecha de pequeñas cosas. Felices son aquellos que deciden subir por la escalera para ejercitar las piernas y la imaginación.
Aquellos que tienen tiempo para una sonrisa al desconocido que está en la fila, aguardando, esperando su vez para ser atendido. Los que en vez de aglutinar un sándwich rápido en el escritorio, prefiere almorzar con un amigo, con calma, una charla amena. O mejor, ir hasta casa y observar a los hijos crecer, mientras la familia se reúne alrededor de la mesa. Esas personas no acostumbran usar atajos para acortar camino. Ellas prefieren procurar caminos con paisajes con que se puedan deleitar. Cuando viajan, van con calma. No miden el tiempo para llegar.
Como los niños, a quien hacer es más importante que la tarea por hacer, ellos paran a la vera del camino para tomar una fruta y conversar con el vendedor, que siempre tiene historias para contar. Historias. Experiencias importantes. Cuando descubren un paisaje bonito, paran para apreciarlo.
Algunos fotografían para llevar consigo aquel momento mágico. Llegan al destino con mayor disposición y alegría. Esos son los que adoptan la filosofía de que menos es más. Menos velocidad es mayor oportunidad de mirar a los lados y apreciar la naturaleza. Menos horas de trabajo equivalen a más tiempo con la familia.
Quitando levemente el pie del acelerador de sus vidas tienen más tiempo para oír música, leer algo más allá de lo que la profesión les exige, ver una película, meditar. En síntesis, tienen más tiempo para vivir. En verdad, la velocidad máxima permitida para ser feliz es aquella que no nos deja olvidar de que más allá de los negocios, del trabajo, del dinero, lo más importante es la vida en sí misma.
Vivir es un arte. Todos nacemos con programas definidos que nos posibilitan el progreso. Por eso, todo momento es importante. También todas las experiencias de lo cotidiano nos enriquecen. Disfrutar de cada una de ellas sacando el máximo provecho, debe ser la meta del hombre sabio. Esto significa aprovechar bien la vida. No desperdiciar ninguna de sus oportunidades."
Redacción de Momento Espirita.
Traducido por Merchita
"Aunque nadie pueda volver atrás y hacer un nuevo comienzo,
Cualquiera puede Comenzar ahora y hacer un Nuevo Fin."
Chico Xavier
2 comentarios:
SAbias palabras, gracias por compartirlas!!!
Me encantó esta entrada.. si todos tomaran conciencia de lo bella que es la vida... si aprendieramos que cada instante que compartimos con el amigo, con uno mismo... es unico y maravilloso... seguramente podríamos disfrutar de la misma con más intensidad... es un camino de aprendizaje aprender a vivir... cada nuevo amanecer es la oportunidad que nos regala Dios para ser felices HOY. Cariños!!
Publicar un comentario